martes, 11 de mayo de 2021

Tonteando

- No me apetece follar. Ahora- está última palabra salió de mi boca casi como una excusa obligada. Esperaba que ella captase todo lo que iba implícito, por ejemplo que quería seguir ahí, mirándonos a los ojos en silencio, con ella sentada sobre mis piernas y mis brazos abrazando, sin demasiada persuasión, su trasero.

- Pero yo sí quiero que me folles- dijo con esa voz que suele poner cuando quiere que caiga rendido.

- Tenga cuidado con lo que dice señorita, eso se parece mucho a un consentimiento explícito-.

- Qué tonto eres- rio. Yo negué con la cabeza también riendo. – Sí, eres muy tonto. Y además un mentiroso, sé que lo estás deseando, te va a crecer la nariz como a Pinocho- añadió.

- No es la nariz lo que me va a crecer como sigas restregándote así-.

- ¿Ves como eres muy tonto? No dejas de hacerme reír. Anda, vamos a... -. Su voz iba de la sonrisa al deseo a una velocidad de vértigo.

- Más que tonto soy un imbécil, un perfecto imbécil por no querer hacer el amor contigo cada segundo de mi vida- le dije.

- Pues sí- ella me dio la razón como a los locos.

- Lo sé, sólo soy un capullo, un enorme capullo rematando unos pocos centímetros de polla-. 

- Bueno, entonces, ¿follamos o qué?- su voz había adquirido ese tono en el que era mejor poner en riesgo la dureza del sofá con unos cuantos traqueteos que con mi peso durante unas cuantas noches.

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