Siguiendo -tal vez- una estrella
llegaron de tierras lejanas
buscando -como tantas- al rey de reyes,
mas encontraron vacío su pesebre.
Cuando la noche difuminó la estela
hallaron refugio en tan extraña posada.
Son tres, también, estas otras reinas magas.
De ellas, la primera, viste sedas y oros
y de rubios sus cabellos parecen de pura plata.
Dice quien la conoce que responde por Svetlana.
Morena cabellera rizada
luce quien la sigue en la particular cabalgata.
No tiene nombre, para todos es la rumana.
Cierra el desfile de sombras
una monarca venida de África,
permitan que esta noche, la bautice Baltasara.
Perdida la estela del cometa
es el rojo neón quien las ampara.
Bajo los sueños y la luna,
en esta noche de Reyes,
de regreso a sus hogares
muchos cruzarán su camino;
habrá quien mire de soslayo,
habrá quien dedique hirientes comentarios,
la mayoría sin embargo, mirará para otro lado.
Ajenas, ellas se recogen
en esta noche tan mágica
esperando a quien acuda
a sus manos encantadas.
Y tal vez llegue José
tras discutir con María,
tal vez un anciano
busque en ellas las ilusiones perdidas
y habrá quien pregunte a su magia
el sentido de la vida.
En estas horas calladas
en la que se reparten regalos y anhelos
desde mi ventana al otro lado de la plaza
imploro a la madrugada se cumplan todos los deseos
de estas tres reinas magas.