Ahora que calor y humedad
no son el resultado
de una ecuación compleja
llena de besos y más besos,
ahora que no es necesario
despejar la incógnita del deseo,
ahora que calor y humedad
son sólo física
sin química,
ahora que, por así decirlo,
son simple fruta del tiempo.
Bajo este sol me pongo
a elucubrar sobre la relativa
duración de los tiempos.
Segundos, siglos,
semanas, decenios.
Cuando estoy contigo
el tiempo pasa volando,
sin verlo,
y en tus labios
un minuto se me antoja medio
mas lejos de ti,
el mismo minuto
dura quinquenios.
Hace casi ya un mes
que no nos vemos,
un mes que se arrastra lento,
tan diferente del tiempo
que nos tenemos.
Y cuando nos hablamos
el teléfono se vuelve clepsidra
y por él gotean océanos;
sin embargo sin tu voz,
todos los días parecen
agosto secando los campos.
En este verano de sequía extrema
y fuegos varios,
con mi humedad y tu solano,
sueño con sudar en tus brazos
sometidos al capricho de los horarios
arriesgándonos
a besarnos con los ojos cerrados
y que al abrirlos
haya pasado ya
más de un año.