"Si A más B siempre sumaran C, resolver el problema resultaría más sencillo, pero, quizás también, más aburrido; por eso la matemática lo complica todo con potencias, raíces cuadradas o integrales, para hacer el proceso mucho más interesante"- piensa Víctor después de echar una última ojeada y sumergirse entre esas piernas flexionadas que lo aguardan. Porque, si él es A y C el placer de su compañera de cama, la parte de B que le queda por desentrañar bien pudiera ser el aleteo de su lengua, sus dedos curvados prodigando caricias escondidas, la dureza de su pene yendo y viniendo o ese juguete rosa que yace sobre el colchón y al que ella no deja de dedicar pícaras miradas mientras se muerde el labio inferior; por eso Víctor lo agarra y pone el interruptor en On, para ver si le ayuda a resolver el enigma.
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