A estas alturas de la vida
y con lo poco que he vivido
debería tener cuatro veces
más dinero en el banco
o una hipoteca en fase terminal
una vida más o menos feliz
una ex mujer, dos perros,
una niña miope con gafas rosas
un periquito llamado Lardín
un libro de poemas autoeditado
gracias a un cobro en bé
un camino cuesta abajo
en fin, esas cosas.
Y en cambio, aquí estoy
más cerca de esa vejez
que siempre me ha acompañado
que del joven que nunca
he aparentado, con los mismos
miedos, las mismas ausencias
de siempre, los sueños
que se esfuman, pocas ganas
de mirar atrás y menos de mirarme
dentro.
Así que aquí estoy, frente al viento
buscando el sol en las cuatro sombras
que me acompañan -ellas sí, fieles-
caminando a paso más que ligero,
se diría incluso que determinado,
acercándome, como si quisiera llegar
como si supiera dónde voy.
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