jueves, 15 de septiembre de 2022

La paella de los domingos

La paella de los domingos,



por ejemplo.

Aunque se me enfaden en Valencia

-ya ves tú qué drama-

y me prohíban viajar a Benidorm

o la entrada a Mestalla,

vengo a certificar que el secreto

de dicho plato

no está en la cazuela,

ni en el tipo de arroz,

el uso de garrafón

o la leña de naranjo.

No.



Lo que le da el toque único,

el sabor distintivo,

es algo tan sencillo

y a la vez tan complejo

como la simple compañía.



Y quien dice paella,

dice marmitako

callos con garbanzos

o cualquier otra comida.

Y sirva de ejemplo el caso

paradigmático

de la pasta con pisto

para refrendar mi teoría,

pues plato tan sencillo

no encierra gran misterio

en el tiempo de cocina;

mas, se han dado casos

que refuerzan la tesis,

sobre todo,

si se reduce la compañía.



Y es que he comido frente al mar,

con lindas vistas,

un plato hecho con mimo,

sin prisas,

con pasta italiana

y las mejores verduras.

Y estando sabroso,

sin duda afirmo,

que, con mala compañía,

es más de lo mismo.

Nunca podrá alcanzar

ese gusto, ese aroma

de pisto congelado

y macarrones de goma

que nace en el paladar

y se extiende por la memoria

cuando, del otro lado

de la mesa, está esa persona.

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