No es lo que parece
cuando el verbo se hace dedo
y en dos segundos tecleo
un halago, un piropo, un requiebro.
No hagas excesivo caso,
no soy lo que aparento.
Suena raro, es cierto,
pero no me gusta el sexo por el sexo.
Aunque, una cosa es una cosa
y otra, que esté uno ciego;
por ello, -frágil equilibrio
entre mente, instinto y deseo-
si entre unas curvas me acelero
y me imagino a tu espalda,
muy cerca, sin aliento,
el cuerpo oscilando
y mis manos en tu pecho,
no lo tomes por cierto.
No es para mí
si el chocar de nuestros cuerpos
no se descodifica
y se graba en mi cerebro.
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