Añada, cuando el agua borbotee,
a la cazuela dos raciones generosas
-considere el hambre atrasada-
de pasta seca; controle la cocción
procurando que quede al dente.
Escurra los macarrones
reservando una parte de líquido
que después añadir a la salsa.
Vierta a continuación y remueva;
Sin miedo, la mezcla nunca falla.
Ralle después el queso
y espolvoree.
Introduzca la fuente en el horno,
gratinador alto y espere.
Mientras aguardamos
que termine la receta
podemos seguir jugando
-ahora que encajan las piezas-
a ese tetris del armario,
mi cuerpo en tu espalda,
tu mano en mi mano,
y kilos de previsora pasta seca,
sabiendo que, para recuperar las fuerzas,
-370 kilocalorías los cien gramos-
nada mejor que los hidratos
en una orgía crujiente
de queso, carne picada y salsa boloñesa.
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