Filípides jadeante
anunciando la gloria,
el Bernini más castellano,
-lascas de vida saltan
donde cincela el mármol-.
El cuerpo en las estrellas
y Roma a sus pies,
Sanlúcar desde la nao Victoria,
una noche de verano,
el minuto ciento dieciséis
y, en ese preciso instante,
mi nombre escapando de tu boca.
Esta sonrisa de orgullo mía, tan tonta.
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