martes, 14 de junio de 2022

La iglesia de los últimos besos

Las campanas doblan por nosotros,

anuncian la despedida

con lágrimas de bronce

y en lo alto un reloj

va descontando los minutos

para disolver el abrazo.



Con su tañido quejoso,

ronco, solidario,

informan del tiempo

que me queda entre tus brazos:

tras la media, vuelan

presurosos los cuartos.



La escena pide estación,

reclama aeropuerto,

por eso la gente nos mira

confusa, entre el horizonte

y el pueblo, hundidos

en un mar de besos.



No entienden el frenesí

la urgencia, el deseo.

No saben que debemos

luchar contra el tiempo.

Ignoran que los besos se eclipsan 

cuando dan las diez en San Pedro.

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